viernes, noviembre 25

Mátallo, carallo

El domingo fui a ver El Lápiz del Carpintero. No vayan. Yo fui porque admiro la obra de Antón Reixa, su director. Admiro parte de su obra, la parte pequeña que conozco y que no tiene nada que ver con el cine. La peli que fui a ver es mitad lugares comunes, mitad golpes bajos. No cabía esperar otra cosa de una novela de Manuel Rivas, es verdad. Pero estaba Reixa, y había que ir.

Sería posible reconstruir, desde esta lejanía, qué fue lo que pasó con Reixa, poeta en los setentas, músico y dramaturgo en los ochentas, multimediático (ya puede decirse) en los '90 y ahora en los dosmiles algo así como cineasta. Reconstruir es el asunto. Reconstruir una trayectoria ahora es más fácil, gracias a google, wikipedia, internet. En la época de las revistas, el correo, el cine en el cine, reconstruir era algo trabajoso, exigía más dedicación. E ilusión. Al final, uno armaba provincias ideales desde esta aislada provincia oriental. Todos, supongo, tenemos provincias ideales: el París de HeminGway (o después, el de los rumanos, o el de los extranjeros, sí, siempre de extranjeros y sólo Boris Vian como embajador), la New York setentosa del CBGB, los recorridos norteamericanos de las vans punks en los '80. De todas mis provincias, la que deseé con más intensidad era Galicia, capital Lisboa, la que fui armando con restos del Siniestro Total. Entre las cosas que encontramos en la resaca estaba una banda llamada Os Resentidos, que amenazaba con ser el lado siniestro de Siniestro. Llegaban recortes, noticias aisladas en ejemplares atrasados de la Rock de Lux, la Ruta, Pecosa, lo que pudiera rescatarse. Una función de videos en Cine Universitario, Alicia en Galicia Caníbal. El idioma galego. Poesía dura, nada de sensiblería. ¿Qué faz, Fassbinder, qué faz? Vigo era el centro de ese mundo. La movida de Madrid era víctima de una operación de reconquista conducida por los descendientes de Alfonso el Sabio, los roqueros vanguardistas, los vanguardistas roqueros. Rumores no desmentidos, pistas cruzadas, marcas borroneadas señalaban a Reixa detrás de todo ese plan vigués. Que de alguna manera funcionó, pero eso ya es tema de internet.

El politburó galego: Reixa primero, Julián Hernández al fondo

Por esa época odiaba a Uruguay, sólo para aprender después que hasta ese odio era mediocre comparado con el que sentía, por ejemplo, Bernhard hacia Austria. De todos modos, para cuando conocí a los odiadores profesionales el impacto no fue lo que podría haber sido, porque ya sabía que, al menos en mi provincia ideal, eran posibles los nacionalistas lúcidos, juguetones, rompentes. Del mejor Reixa entonces, que sigue viviendo en Vigo en los '80, vaya el manifiesto musicalizado con gaitas en Do y Fa, conocido como Fai un sol de carallo. Los motivos intercalados 'qué movida', 'mátallo, carallo' y 'Etiopía...' son pronunciados por un coro, que supongo grabaron Os Resentidos de turno, y que en mi Galicia platónica podemos entonar todos los ciudadanos ideales.

Con isto da movida/ ¿qué movida?/ haiche moito ye-yé/ ¿qué movida?/ que, de noite e de día/ ¿qué movida?/ usa jafas de sol: ¡Fai un sol de carallo!

A matanza do porco/ ¡mátallo, carallo!/ A berra e un conxunto de berros dun porco cando o van matar/
San Martiño oficial
/ ¡mátallo, carallo/ de Monforte ó Nepal/ ¡mátallo, carallo!/ o magosto para agosto/ ¡mátallo, carallo!/ safaris do porco/ ¡mátallo, carallo!/ filloas de sangue/ ¡mátallo, carallo!/ Galicia embutida: ¡Fai un sol de carallo!/ ¡Galicia caníbal!

Etiopía ten fame/ Etiopía ten fame/ Un parado occidental/ Etiopía ten fame/ sostén un filete / Etiopía ten fame/ Un negro deitado/ Etiopía ten fame/ o negro non lle chega/ Etiopía ten fame/ arrastra o bandullo/ Etiopía ten fame/ O parado occidental sostén o filete/ Etiopía ten fame/ o parado altivo/ Etiopía ten fame/ o negro non lle chega/ Etiopía ten fame/ Doa os teus riles: un ril* á merenda. Doa os teus riles: outro ril á cea. / ¡Galicia caníbal!/ ¡Fai un sol de carallo!


(*) riñón

jueves, noviembre 24

Congreso regional de ansiosos - 10/10/2009, Colonia

Por fin, ayer conseguí mi reservación. Quedaban pocos lugares.

miércoles, noviembre 23

As de espadas (1929 - 2005)

Me avisan lo de Link Wray. Desde la adolescencia he estado buscando la esencia del rock, si es que existe. En dónde está, cómo describirla. Luego de haber sido presentado con la obra del Wray, siempre pienso en muchos de sus temas como definiciones vivas del rock puro.


Instrumental antes de los surfistas, distorsionado antes de los garageros, maestro del power-chord antes que todos, sus temas siguen ahí, para que los sigamos escuchando, tocando, deformando. Rumble on!

lunes, noviembre 21

El Animal Ilustrado

-¡Mickey, no aguanto más! ¡YO SOY UN PERRO!
-Claro, Triblín. Vos sos un perro, yo soy un ratón. ¿Pero por qué no te vestís antes de que baje Minnie?
-¡Basta de hipocresía, Mickey! Donald anda por todos lados sin pantalones y nadie dice nada
-Sí... pero... es diferente
-¿Diferente? Entonces decime la diferencia entre Pluto y yo. ¿Por qué él puede andar en pelo, ladrar y cagar en el piso? ¿Eh? Mickey, ¡quiero cagar en el piso!
-Calma, Tribilín, no hagas eso... ¡esa alfombra salió cara!


Esta breve transcripción es el núcleo de una historieta de Daniel Paiva llamada 'Tribilín, volviendo a las raíces'. Apareció en el número 2 de la revista carioca Tarja Preta, que por pura casualidad, señor oficial, es parte de un cargamento de comics under brasileños temporalmente depositados en el Castillo Sigmur.

Desde niño me llamó la atención el apartheid perruno de Disney. A Pluto lo humanizó como hace todo el mundo, convirtiéndolo en mascota. Pero a Tribilín, entre otros, lo dotó, bueno, del habla y de esas otras cosas que expresan los seres humanos. Lo que saturaba mis pueriles axones era la coexistencia de ambos tipos de personaje, o más bien, ahora puedo decirlo, su yuxtaposición compartimentada. De ahí que la obra de Paiva me produzca un placer tan intenso, porque va a la raíz del problema sin ascender un gran escalón metadiscursivo, sino simplemente reutilizando la propia historieta. Y a pura voluntad, porque el trazo...

Hace poco me encontré con otro caso de historieta sobre historieta que, con la intención de parodiar, termina revelando una tensión interna no explicitada en la obra original. Me refiero a una cachada anónima sobre la vida sexual de Tintín y amigos. No es que hiciera falta ser muy sensible para descubrir la rabiosa misoginia del mundo de Hergé; de algún modo, una parodia en clave perversita era inevitable. Quiero decir, es posible encontrar versiones incestuosas de casi cualquier personaje de cómic -de casi cualquier cosa que se mueva, en realidad-, pero Tintín se la merece más que nadie.

Esto de Tintín y Milú pasó hace un tiempito, cuando buscaba historietas en alemán. Lo de la reversión de Tribilín y Pluto lo leí esta mañana de domingo, mientras la tele pasaba una versión desnaturalizada de Silvestre y Piolín. Al mediodía, un poquito después de atender Vértigo, empecé mi pretemporada verano incendiario ojeando Sobre la historia natural de la destrucción, del amigo Sebald. Edición de Anagrama (horrible traducción), página 53:

[el mantenimiento de ciertas costumbres pequeñoburguesas durante los bombardeos de Hamburgo] tiene algo de espantosamente absurdo y escandaloso, como sucede con los animales de Grandville, vestidos de personas y pertrechados de cubiertos, que se comen a sus congéneres.

Sebaldo se refiere seguramente a Vida privada y pública de los animales, una especie de sátira de la sociedad francesa de los años 1840. Con el anzuelo atravesado, me entero de que esta segura inspiradora de Granja de Animales fue un proyecto en el que participaron, además del ilustrador Grandville, escritores como Balzac, George Sand y Stendhal. Más interesante aún es la idea central: los animales se rebelan contra los humanos utilizando no la fuerza, sino un periódico, en el que cada bestia redacta las secciones a las que se siente más próxima. ¿Qué clase de caricaturas tendría ese diario?

Pero sigo con Pluto y Tribilín en mente. A los 8, llegué a pensar que Tribilín podía ser un perro superevolucionado y Pluto, uno normal. Esa idea no se me ocurrió solito. (Ni solo a mí: hace un tiempo, viendo una obra de teatro por el único motivo que vale la pena hacerlo acá, esto es, si la obra fue escrita por Maslíah, encontré la misma matriz: un inspector de Secundaria resulta ser, de manera absolutamente creíble, un perro evolucionado). Había visto, digo, había sido fascinado por Kamandi, de Jack Kirby. A mi barrio no llegaban historietas de Marvel sino sólo las de DC que editaba Novaro, así que fue de aquella contribución tardía de donde salieron los primeros rayos Kirby que rebotaron en mis córneas tiernitas, donde también impactaban fuerte Curt Swann, René Magritte y Osamu Tezuka (no es que hayan dejado de hacerlo, pero ahora tengo lentes y puedo y debo simular que justifico mis gustos). Bien, Kamandi vive en un mundo postnuclear, donde la mayoría de los humanos son subnormales en tanto otros mamíferos han desarrollado culturas guerreras; parece que el viejo Jack siempre había querido dibujar tigres montando caballos. En ese universo terrible, una de las pocas amistades que logra ganar Kamandi es, podrá creerse, la del Dr Canus. El mejor amigo del hombre es un perro humanizado.

lunes, noviembre 7

Is it the R.O.U.?

Al comisario Otero le llevó meses, a mediados de los '60, descifrar qué clase de organización representaba una T dentro de una estrella de cinco puntas; a Fasano le toma pocas horas, luego de los incidentes en la Ciudad Vieja, decidir que las pintadas que encierran una A en un círculo son obra de radicales de izquierda vinculados al PT. Casualmente, es el mismo grupo al que acusa de desestabilizar la paz gremial de sus negocios. Su elección de culpables también conviene al gobierno que Fasano alcahuetea (y que se deja alcahuetear por él), feliz de que le surjan movimientos políticos por izquierda lo suficientemente ruidosos como para ocupar espacio en los noticiarios y lo suficientemente impresentables como para no constituir una molestia electoral.

La prensa de derecha, en cambio, actúa con más cautela. Interpreta el símbolo de la anarquía como producto de anarquistas. Se limita a publicar las iniciales de los procesados y no sus nombres completos, como hace La República. Previsiblemente, amplifica los reclamos por la renuncia de José Díaz, el ministro que nació muerto. En definitiva, intenta sacar provecho político de un hecho indudablemente político, aunque no sea un hecho político común.

La destrucción del viernes pasado es un hecho insólito en la historia local. Representa un tipo de protesta violenta, pero no corporativa. Organizada, pero no partidaria ni gremial. Su falta de intereses cortoplacistas confunde. Esta confusión es palpable no sólo en la inversión de roles que produjo en el sistema mediático: era posible graficarla en los gestos de desesperada incomprensión que un indignado policía dirigía al detenido esposado que yacía bajo sus pies, como mostraban las imágenes de Canal 12. En el mismo informativo, se pudo ver como un manifestante era sostenido por dos policías para que un uniformado de beige le propinara violentos puntapiés al estómago, que intercalaba entre cortos paseos de disimulo. Yo, por lo menos, nunca había visto una muestra similar de brutalidad, ni policial ni de ningún tipo, en ningún medio uruguayo refiriendo a una situación uruguaya.

Los defensores de los procesados también confunden y se muestran confundidos. Dudan entre reivindicar las acciones de un grupo que les es evidentemente ajeno (porque usan máscaras, porque son demasiado jóvenes para haber perdido revolución alguna) y entre pretender su inocencia. Los jueces en cambio, no se confunden, y el consenso en torno a o anacrónico de sus fallos es apenas superficial: sedición es la sentencia justa para aquellos que osan atacar la esencia de nuestro sistema, la propiedad privada.

La destrucción sin motivos inmediatos es un lujo que hasta ahora parecía reservado a las sociedades primermundistas. Pero, igual que otros biene suntuarios -internet, monstruos 4x4, los goles a tu celular- ha demostrado una inserción aceptable en el plato alto y limpio de la balanza social oriental. Cuando deje de ser inmotivada se volverá más impura, y por lo tanto, más tratable. Hasta entonces, seguirá habiendo confusiones y confusiones. Pero, ay, si tan sólo hubiera una sigla para poder nombrarla...

martes, noviembre 1

Operación derroche

El miércoles de la semana pasada todos los informativos televisivos anunciaban el repentino agotamiento del stock local del único remedio efectivo contra la gripe aviar. Extrañamente, apenas habían mencionado en los días previos la existencia de tal medicamento. El nombre del remedio y el del laboratorio que lo fabrica no se mencionaban directamente. Ejecutivos del ramo farmacéutico tranquilizaban a la población anunciando una nueva partida del antigripal.

Enfrentado al viaje inminente de un ser querido a la República Popular China, epicentro de la gripe aviar, también yo fui vícitma de la propaganda una vez informado de manera tan indirecta de la existencia de un milagroso antídoto a enfermedad. Averigüé el nombre del nuevo medicamento -Tamiflu, escríbese, y 'tamifú' pronúnciase- y el del viejo laboraorio: Roche. También, a las pocas horas, me entero de que el remedio no estaba agotado. Simplemente, nunca hubo mucho stock porque no era un producto muy vendido. Un producto relativamente caro para el mercado local ($ 800, diez comprimidos de 75 mg), pero todavía muchísimo más barato respecto a lo que indican las leyes de oferta y demanda internacionales (en algunos lugares el mismo paquete sale U$ 100).

Mi conclusión es que a Roche le pareció que la mejor forma de camuflar propaganda como noticia era anunciar un sorpresivo agotamiento de stock y no un repunte en la ventas del medicamento. Contaban con la disposición habitual de los medios locales. Cuando, a los días, la prensa decidió entrevistar al compatriota experto en el tema, el Dr Savio, el sabio puso en duda la eficacia de Tamiflu para combatir las probables formas mutadas de la gripe. Igual ya era tarde; el remedio ya se había vendido bastante, lo que ahora sí hará necesaria una nueva importación, y apuesto a que su precio comenzará a acercase al standard internacional.

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La misma tensión que se experimenta en el mundo farmacéutico entre la disposición de las empresas por magnificar la importancia de sus productos a la vez que intentan evitar la fabricación de equivalentes genéricos -en el caso de Tamiflu, ya han perdido la batalla en Taiwán-, ocurre a nivel mediático. Si por un lado se está expectante ante la generación de la nueva gran noticia que sería una pandemia de gripe aviar, por el otro se trata de poner el asunto en alejada perspectiva. A mí me parece que esta vez se trata de algo distinto a lo que manda el gen uruguayo de negación catástrófica: me parece que la actitud ahora es 'ojalá que sea algo grande y podamos hablar mucho, pero no tan grande como para que nos mate a todos'.

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(*) : Fasano es argentino.