viernes, noviembre 16

Los traidores

El verano pasado conocí a un hombre que vivía como lo había querido de adolescente. No era un alocado ni un artista, nada de eso. Se dedicaba –y sigue, creo- a un oficio de lo más tradicional (pongamos carpintero, que esto no se trata de él). El tema es que cuando joven él había decidido zafar del destino que tenía asignado como hijo de intelectuales. Se alejó de su familia e interrupió sus estudios para evitar caer en la “vida burguesa”. Se fue al país de los Montoneros y se consiguió una vida más o menos proletaria. Hoy es una especie de obrero-empresario orgulloso de haber caído en la trampa que se tendió a sí mismo hace treinta años.

Lo que más me llama la atención de su historia es la distancia entre los dos tipos, el adolescente y el actual. Porque, según cuenta contento este señor, “mi yo adolescente cagó a mi yo adulto”. ¿Son el mismo tipo o son dos tipos distintos? Mini-Me no me cree, pero yo me hago este tipo de preguntas desde los cinco años. Viendo dibujitos donde una máquina transfería las mentes de dos personajes empecé a pensar en qué era eso que se transfería. ¿Si yo estaba en otro cuerpo, qué era eso mío que seguía siendo yo? ¿No pasaba a ser directamente ése con el que me había cambiado?

Después está lo otro, claro. La inevitable traición adolescente. Welcome Bob, all that jazz. Soy de esos que todavía se mide con aquel caradegranos llenodeamigas anarcoesteta que terminó... acá. Bueno, que llegó hasta acá: espero seguir. Hasta hace unos años, pensaba en el juicio de mi yo actual que podría hacer aquel adolescente. Ahora pienso también en las cosas que yo podría decirle a esa persona incompleta, incompletísima, en cómo seguro me aburriría con sus tres o cuatro temitas, con su indecisión, con su estrechez, aunque nunca con su ingenuidad.

Porque un poco ingenuo sigo siendo. Digo, me vivo desilusionando. Por estos días estuve pensando en una de las primeras desilusiones juveniles: Los Traidores. Pasa que por primera vez en mucho tiempo tengo una compañera de trabajo de mi misma edad y de un origen sociocultural parecido al mío. Resulta que cuado teníamos quince años, los dos éramos fans de Los Traidores. Me acuerdo de cómo los seguía a todos lados entonces. A veces escabulliéndome, porque era menor. La remera que me pinté. Cómo decidí que yo también iba a tener una banda viéndolos a ellos. Mi compañera, que tiene recuerdos paralelos, estaba emocionadísima por estos días, porque se reeditó en CD el primer disco, el Montevideo Agoniza ¡con los temas prohibidos! En cambio a mí, lo que pase con estos tipos ahora... me nefrega.

Sé más o menos cuándo empecé a pensar que eran una farsa. Fue cuando salió el segundo disco, que era una poronga. Llena de teclados y cosas así. Ahí empecé darme cuenta de que la música que hacían no estaba muy buena. Reggae, y malo. Hasta ese momento, tenía un conflicto interior: de acuerdo a mis ideas pseudopunkies, las letras que ellos hacían estaban buenísimas. En cambio, las de la música que a mí me gustaba por la melodía (música-música, je) eran, por lo que intuía, más bien drogonas. Qué dilema: Jesus and Mary Chain versus Los Traidores, hedonismo versus mensaje. No sé por qué, en aquellos tiempos pensaba en multiple choice: o una cosa o la otra. En estos años de disco duro rebosante de mp3 me parece graciosa aquella oblicación de elegir. Pero me sigue gustando: cambio 30 segundos de los Jesus en loop por toda la carrera de Los Traidores. Se va a la una, a las dos... vendido el Psychocandy al señor de lentes.

Durante un tiempo, pensé que lo que me había desilusionado de las letras de la banda era su falta de consistencia con una actitud fuera del escenario. Política, digamos. Pero ahora, de grandecito, me doy cuenta de que, además, eran muy malas. Malas en sí. Así que hoy voy a hacer algo que hace diez años no habría podido: verduguear a mi mí adolescente.

A continuación, una de las letras “prohibidas”: Viviendo en Uruguay

Estoy viviendo en un país
donde tenés que ser cheto o terraja

¡Wow! Un fashion statement... de un cheto wannabe.

donde si nada tenés te odian
donde si tenes dinero te aman.

La letra la copié de la web, pero el que la transcribió estuvo bárbaro: tenés/tenes. Así lo cantaban ellos. Cuando el mensaje es importante, encontrar una palabra con la acentuación adecuada no es prioridad.

Estoy viviendo en un sitio
esclavo de lo material
donde tú por ti mismo no importas

¿Tú? ¿Ti? ¿Qué es esto, Viviendo en Puerto Rico?

porque el precio de tu ropa
importa mucho más

Estos tipos tenían veintipico de años cuando lo que les preocupaba era la marca de sus vaqueros. A mí también me pasaba, pero a los trece.

Eso es hoy, el Uruguay
solo un inmundo basural

O sea, un lugar donde abundan las marcas truchas.

sus hijos se arrastran en la calle
sin dejar nunca de llorar.

Por la ropita que no consiguen. "Do you have the time to listen to me whine?"


Y es hoy nuestro país
ese fue nuestro destino
hemos muerto sin vivir
nos han legado su castigo

Uy, aparecieron ELLOS... los malos. ¿Serán los tenderos que no hacen rebajas?


Estoy viviendo en un lugar
donde el reloj se ha detenido
donde la gente ya no no no crece
donde cada vez hay más vendidos.

Hermosa referencia a los abuelos: el nono no crece.

Estoy viviendo en un sueño
es una dulce pesadilla
corremos sin movernos
huimos y no hay salida

Epa, poesía. El tema parece ser la inmovilidad. Veamos.


Y ése es hoy su lugar
su tan querido basural
aquí he muerto una vez
y ya no me atraparán

Bien. Se viene el remate. ¿Será el gran escape a una tierra de prendas bonitas y baratas?.


Pero a pesar de todo
de algo estoy todavía muy seguro

Mmmh... no.


si es por mí al Uruguay
pueden metérselo en el culo

Ah, pero parece que el gaucho de Berugo los estuvo ayudando con la rima. Me acuerdo de que en una versión en vez de “culo” decían “censura”. Podrían haber seguido con “cuuuando yo era marinero”, total...

Viviendo en Uruguay,
muriendo en Uruguay

Ay, muriendo de rabia. Eran épocas terribles, 1986. Todavía Montevideo Shopping no hacía el descuento del día sin IVA.

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