martes, enero 11

You got me jerkin' back and forth

Fin de las vacaciones, stop. Muy lindas vacaciones, special flavor, honey-bee, moon-pie. En ese país al que en los últimos años he vuelto por asuntos evangélicos -mi rock es un sacerdocio- y justamente a la región que más me atrae, la Galicia-Escandinavia sudamericana conocida como Región de los Lagos chilena. Bosques verdísimos, agua transparente, carreteras mortales, cerveza artesanal... tranqui, no voy a abril una agencia de viajes justo ahora. Y, de todos modos, lo que me obsesiona, vamos, es Chile, lo distinto de nosotros que es esa gente. Saber en qué medida entenderlos es entender lo que nos pasa a nosotros. Y a los que viven en ese país que está en medio. Y a los peruanos, y a los bolivianos. La voluntad de ser chileno. Entre Japón e Israel.

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Esta maravilla que acabo de transcribir, lo único que puede decirse sobre el tsunami sin ser un pelotudo, es uno de los titulares de la contraportada de The Clinic. The Clinic es un quincenario santiaguino que ya querría yo ver por acá. Da para pizpear un poco en su sitio web, pero lo lindo, sorry netizens, es el papel. Por supuesto, The Clinic no es sólo humor negro. Surgió como alternativa contestataria a la conservadora prensa chilena cuando Pinochet estaba recluído en la mentada clínica londinense, de ahí su nombre. Supuestamente el argentino E.Symns fue uno de sus fundadores, aunque ya no estaba cuando yo descubrí la revista. Podría compararse un poco con lo que fue El Dedo (y su chota entonces, y ahora penosa secuela Guambia) a la salida de la dictadura uruguaya, pero esta gente tiene una visión que va mucho más allá de la parodia atrevida de nuestros periodistas de los '80. Más allá del cinismo, la ironía y el humor guarro, la revista trae notas de fondo realmente pesadas, generalmente desde el ángulo de los reclamos por violaciones de derechos humanos en la dictadura militar. Pero lo que más me gusta es su marcada desviación literaria. Las referencias librescas se cuelan por todos lados, y dos por tres me sorprendo enroscado en la sintaxis trasandina. Poetas, je. Varias de sus secciones fijas (que estoy entre describir o reservarme para plagiar) refieren a la palabra escrita, con una energía y una disposición extrañas a nuestro río plateado.

Qué más decir sobre el Clinic. Que tiene columnistas de la talla de Pedro Lemebel. Que es uno de esos objetos que ayuda a entender la manera de pensar de una comunidad. Así como me acerqué para siempre al norte de España -y esto ya empieza a cerrar: vuelvo a Galicia, las rías, los pinos- gracias a las genialidades de Siniestro Total, me voy arrimando un poco más a la cabeza chilena gracias a los modismos, las anormalidades, las circunvoluciones* del Clinic.


*porque el mundo es una cabeza, pero eso ya es otro post.