Mondito blogger uruguayo
Todos los post son autorreferenciales, pero algunos más que otros. Hace un tiempito hice el más choto de todos, el que copia la lista de resultados de búsqueda que desmbocan en el propio blog. Pero era un chiste -¿le habrá hecho gracia?- para Ghetta. A raíz de un malentendido, sin embargo, anduve pensando en el mondo blogger por estos días.
Uno cree que lo lee más o menos la misma gente, y más o menos es cierto, pero no del todo. Están los que commentan, que se sabe quiénes son porque firman, Manoel, y están los otros, los que pasan y leen, y esos no se sabe quiénes son, porque no firman, hostia, y ni siquiera tienen ganas de inventarse pseudónimos divertidos. De todos modos, uno sabe más o menos cuántos son. Están los contadores de visitas y esas otras subherramientas tan inútiles que avisan del público que va pasando. A mí me viene llamando la atención una cosa respecto al tráfico visitante. Pero antes, una aclaración: todo este pensar se debe a que en esta semana Motoraway, el sitio donde Bob Pollard es Dios y Sigmur su profeta, ha sido citado por mano amiga en la prensa escrita, y hace otras semanas, pues lo mismo, citado en la prensa escrita por amiga mano. E hice rewind.
Hace unos meses, o tal vez más de doce meses, o sea, más de un año, me enteré con un pelito de antelación de que Novaleventar, el sitio donde Garisto es joven, iba a ser citado en una nota de prensa. Y el tema era polémico - involucraba libertades íntimas vs salud obligatoria- y actual, y candente y anunciaba la hilacha absurdamente antilibertaria del gobierno del FA. Por lo tanto, yo esperaba que el día de la publicación de la nota cayeran un montón de commentadores nuevos en el post abierto en el sitio de Ghetta. Esperaba. Esperé. Dejé un chiste. Y seguí esperando carne fresca.
La cosa se repitió, con otros sitios amigos y con sitios de los otros. El resultado, parecido. En estas semanas me dediqué a observar las variaciones en el tráfico de visitas luego de la impresión en tinta de la dirección del Motor. No encontré nada más allá de la usual declinación luego del pico máximo el día después de cada nuevo post. Como si la gente que lee prensa escrita no puediera o no estuviera interesada en dar el salto a la web. O como si todos los interesados en prensa y en la web ya estuvieran en sus lugares. O como si poca gente leyera la prensa escrita. O como si los mundos no se tocaran. O como si al final de cuentas nada importara mucho.
* * * * * *
Me acuerdo de que hace un tiempo largo un amigo estaba intrigado por conocer la verdadera identidad de una commentadora nueva que había aparecido en este blog. El insistía en que yo tenía que saber quién era, o sea, saber el nombre que dice su cédula de identidad. Yo le decía que no, que no lo sabía, que sabía quiénes no era por la manera de escribir y por los lugares adonde apuntaba, y que era alguien mayor que nosotros, pero que no sabía nada más. El amigo pesado no me creía. En un momento le dije "mirá, no sé quién es y no quiero averiguar. Quiero mantener la ilusión de que es alguien que no conocemos, que no tiene nada que ver con nosotros y no va a los lugares adonde vamos, que tiene una vida totalmente diferente y que nunca nos cruzamos. Me gustaría pensar que Montevideo es grande, y que, además del millón de pobres, hay medio millón que andan sueltos y libres y que no son primos". El amie siguió pensando que yo le ocultaba algo, pero por lo menos dejó de preguntar.
Al tiempo supe sin quererlo quién era esta persona. Me puso triste, no por la identidad en sí, sino por la pérdida. Efectivamente, yo la conocía de lejos, íbamos a lugares parecidos, y en el juego de las conexiones estábamos a solo dos personas de distancia. Ahora mismo estamos a una. Endogamia, please take me home. Where else. Y sin embargo, no deja de ser triste. No deja de ser triste que un salame se invente un nick choto para dejar puteadas personales cuando todo el mundo sabe quién es quién y que el mismo salame arrugue en cuanto sutilmente le confirman que sabemos quién sos. Porque a mí me encantaría seguir despistado. Seguir pensando en el medio millón de cibernautas. La pucha, si sale 10p la hora de cyber. Por qué siempre los mismos. No hay marcas, hay sólo pseudónimos arbitrarios. Sí, admito haber firmado un post con la partida de nacimiento. Pero ya estaba todo el pescado vendido. ¿No sabés quién es Sigmur? Mejor. Si no importa: el blogger es una función.
* * * * * * * *
Y que Alá tenga en su gloria al champagne caro helado y al tannat barato natural.
Uno cree que lo lee más o menos la misma gente, y más o menos es cierto, pero no del todo. Están los que commentan, que se sabe quiénes son porque firman, Manoel, y están los otros, los que pasan y leen, y esos no se sabe quiénes son, porque no firman, hostia, y ni siquiera tienen ganas de inventarse pseudónimos divertidos. De todos modos, uno sabe más o menos cuántos son. Están los contadores de visitas y esas otras subherramientas tan inútiles que avisan del público que va pasando. A mí me viene llamando la atención una cosa respecto al tráfico visitante. Pero antes, una aclaración: todo este pensar se debe a que en esta semana Motoraway, el sitio donde Bob Pollard es Dios y Sigmur su profeta, ha sido citado por mano amiga en la prensa escrita, y hace otras semanas, pues lo mismo, citado en la prensa escrita por amiga mano. E hice rewind.
Hace unos meses, o tal vez más de doce meses, o sea, más de un año, me enteré con un pelito de antelación de que Novaleventar, el sitio donde Garisto es joven, iba a ser citado en una nota de prensa. Y el tema era polémico - involucraba libertades íntimas vs salud obligatoria- y actual, y candente y anunciaba la hilacha absurdamente antilibertaria del gobierno del FA. Por lo tanto, yo esperaba que el día de la publicación de la nota cayeran un montón de commentadores nuevos en el post abierto en el sitio de Ghetta. Esperaba. Esperé. Dejé un chiste. Y seguí esperando carne fresca.
La cosa se repitió, con otros sitios amigos y con sitios de los otros. El resultado, parecido. En estas semanas me dediqué a observar las variaciones en el tráfico de visitas luego de la impresión en tinta de la dirección del Motor. No encontré nada más allá de la usual declinación luego del pico máximo el día después de cada nuevo post. Como si la gente que lee prensa escrita no puediera o no estuviera interesada en dar el salto a la web. O como si todos los interesados en prensa y en la web ya estuvieran en sus lugares. O como si poca gente leyera la prensa escrita. O como si los mundos no se tocaran. O como si al final de cuentas nada importara mucho.
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Me acuerdo de que hace un tiempo largo un amigo estaba intrigado por conocer la verdadera identidad de una commentadora nueva que había aparecido en este blog. El insistía en que yo tenía que saber quién era, o sea, saber el nombre que dice su cédula de identidad. Yo le decía que no, que no lo sabía, que sabía quiénes no era por la manera de escribir y por los lugares adonde apuntaba, y que era alguien mayor que nosotros, pero que no sabía nada más. El amigo pesado no me creía. En un momento le dije "mirá, no sé quién es y no quiero averiguar. Quiero mantener la ilusión de que es alguien que no conocemos, que no tiene nada que ver con nosotros y no va a los lugares adonde vamos, que tiene una vida totalmente diferente y que nunca nos cruzamos. Me gustaría pensar que Montevideo es grande, y que, además del millón de pobres, hay medio millón que andan sueltos y libres y que no son primos". El amie siguió pensando que yo le ocultaba algo, pero por lo menos dejó de preguntar.
Al tiempo supe sin quererlo quién era esta persona. Me puso triste, no por la identidad en sí, sino por la pérdida. Efectivamente, yo la conocía de lejos, íbamos a lugares parecidos, y en el juego de las conexiones estábamos a solo dos personas de distancia. Ahora mismo estamos a una. Endogamia, please take me home. Where else. Y sin embargo, no deja de ser triste. No deja de ser triste que un salame se invente un nick choto para dejar puteadas personales cuando todo el mundo sabe quién es quién y que el mismo salame arrugue en cuanto sutilmente le confirman que sabemos quién sos. Porque a mí me encantaría seguir despistado. Seguir pensando en el medio millón de cibernautas. La pucha, si sale 10p la hora de cyber. Por qué siempre los mismos. No hay marcas, hay sólo pseudónimos arbitrarios. Sí, admito haber firmado un post con la partida de nacimiento. Pero ya estaba todo el pescado vendido. ¿No sabés quién es Sigmur? Mejor. Si no importa: el blogger es una función.
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Y que Alá tenga en su gloria al champagne caro helado y al tannat barato natural.
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