viernes, diciembre 30

Feliz año a todos los que me conocen

Con el temor de no estar todavía a distancia segura, durante estos últimos días de 2005 he estado pensando intermitentemente en lo poco que pasó durante el último cambio de milenio. No es que esperara cataclismos cósmicos, pero sí un poco de agitación humana. 1900 fue más movido que 2000, no hay dudas, y eso que aquel era un simple cambio de siglo. Hasta la esperanza cyber, el error Y2K, falló: no se reportó ni siquiera un almacén con las planillas Lotus cambiadas. Llora William Gibson, llora.

Por otro lado, uno se ve tentado a marcar épocas a la Braudel y decir que el milenio comenzó verdaderamente el 11-S del 2001, y, realmente, convengamos en que marca un escalón desparejo en la pendiente yankee, pero de eso a inaugurar un milenio falta bastante. De todos modos, lo que quiero decir es que el Año Cero se muestra cada vez más claramente como una convención. Hay culturas que llevan su cuenta aparte, claro, y seguramente sean no menos arbitrarias que la nuestra, pero yo propongo lo siguiente: esperemos hasta el 2033, a ver si nos es regalada una supernecrológica. Si no pasa nada, seamos coherentes y volvamos a la fuente, el almanaque judío.


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Riff anti-telépatas: I want to play in the summer (Trans Am)