jueves, diciembre 1

Gran Canal, Gran Partido

Hacía años que no movía actividades para hacerle lugar a un programa de tele. Pero ayer lo hice, porque fui totalmente enganchado por la propaganda de las bodas de plata que cumplía el debate pre-plebiscito del '80. Como preveía, esta reedición -reedición por repetición y por vuelta a editar- tenía intenciones fuertemente reivindicativas. Pero también tuvo algunas cosas más que me gustaría anotar en algún lado.

*Yo esperaba que la emisión fuera un saludo, una despedida cordial, tal vez una ayudita desinteresada al Partido Colorado, y lo fue. Pero no sospechaba la magnitud del autobombo que preparaba Canal 4. Uno se queda con la sensación de que Canal 4 es el causante del retorno de la democracia. Y no todo el canal, ya hay nombres y apellidos ilustres. El testimonio más extremo fue el de Avedis 'El Gallego' Badanián -debe haber mucha ironía en ese apodo- que se adjudica la paternidad absoluta de la idea del debate y se permite especular con el destino de Uruguay en un mundo en que él no hubiera tenido la ocurrencia de organizar aquel programa periodístico. (Todo esto es doblemente curioso si se lo enmarca en la gran corriente autoestimativa que intercambian actualmente en bloque los informativistas de Canal 4, quienes súbitamente pasaron a tener nombres propios, esto es, se nombran permanentemente entre sí, como para que al fin sepamos cómo se llaman los que no son Almendras, e, incluso, en un caso atrevido, intentan imponer un simpático sobrenombre).

Ahora, muy bien, la idea del debate se generó en Canal 4, aceptado. Los militares, en un momento de debilidad democrática, aprueban el trámite. ¿Comporta eso la asunción de un gran riesgo por parte de la empresa Canal 4 en pos de fin de la dictadura? ¿Una empresa cien por ciento oficialista en aquel momento y en todos los siguientes? Recuerdo un testimonio de Seregni que decía que cuando preso político sólo se le permitía escuchar CX20, propiedad del mismo grupo empresarial que Canal 4, porque equivalía a la radio oficial.

*A mí, de lo que me sí me convencieron es de que la intervención de Enrique Tarigo es gran responsable de la lavada de cara que le permite al Partido Colorado ganar las primeras elecciones postdictadura. O sea, al plantarse como un demócrata radical establece que el P.Colorado 'liberal' (lo que históricamente era la Lista 15) está claramente del lado opositor, cuando, ahora cuesta menos pensarlo, era otra fracción del mismo P.Colorado la que había gobernado en los primeros años de la dictadura. En este 2005, reformas sociopolíticas y electorales mediante, resulta dificilísimo creer que la gente pudiera aceptar que, en el mismo partido, pudieran estar progolpistas y defensores de la democracia. Y, sobre todo, que pudieran ir juntos a las elecciones con la ruleta de la Ley de Lemas, que permitía acumular votos a las distintas fracciones sin definir un único candidato presidencial, esto es, con un programa de gobierno más que incierto. En ese contexto hubiera sido lógico que el P.Colorado se viese vaciado de votos demócratas -igual había muchos de los otros, pero es otro tema- por el temor, o más bien, por la indignación popular ante la posiblidad de terminar favoreciendo a los sectores que gobernaron con los dictadores. Sin embargo, esto no ocurrió: el P.Colorado demostró que sus sectores 'liberales' eran mayoría en las elecciones internas del '82 y, de la mano de esos sectores (aunque contando con el aporte electoral de los otros), ganó las elecciones presidenciales del '84. En mi opinión, es la intervención de Tarigo en este debate la que incicia la limpieza simbólica del partido. En las elecciones del '82, Tarigo concurriría con lista propia, la 85, y sólo por ello sería superado por el suplente de Jorge Batlle, un tal Julio María Sanguinetti, que, corriendo con el caballo del comisario as usual, encabezaba la lista 15 oficial.

*La intervención principal de Tarigo en sí es interesantísima. El clima represivo se percibe en las permanente vista baja de los participantes, en las miradas que raramente se cruzan. Y en la argumentación final de Tarigo, que debe recurrir al esquema de exagerar los argumentos del contrario para poder dar su propio punto de vista. Repaso: Bolentini & alcahuete presentan la reforma constitucional como defensa ante el peligro del comunismo internacional. Tarigo responde que, justamente, ésa es la constitución que agradaría a posibles comunistas infiltrados, por su concentración de poder en el Ejecutivo y a las FFAA. Va deslizando la idea de que es una constitución totalitaria, y finalmente, dice la palabra que no podía pronunciarse: 'fascista'.

Es totalmente contradictorio que un hombre que se proclama liberal se defina como anticomunista, o como antiloquesea. Es también discutible qué estatus moral tiene proclamarse demócrata y anticomunista mientras se sabe, por lo menos, de la existencia de presos políticos de izquierda en el mismo momento en que se está hablando. Pero como argumentación política, el discurso de Tarigo es brillante. También es emocionante que el representante de los blancos haya recurrido, indirectamente, a una obra de Ionesco, Rinocerontes, para hacer perder el equilibrio a sus rivales del momento. Un debate con alusiones literarias... impensable, imposible en estos dosmiles. Porque es verdad que son las circunstancias de censura extrema las que propician las alusiones tangenciales a hechos artísticos para discutir temas políticos; pero también es verdad que la generación de políticos actuales no da señales de haber tenido un pasaje agradable por ciertas asignaturas liceales.

*Cómo fumaban estos señores. No sólo prendían y pitaban ante cámaras, también generaban una cortina de humo permanente. La actual salida de cuadro para chupar su cigarrito a la que se ve obligado Omar Gutierrez queda, al lado de los modos de aquellos debatientes, como el gesto residual de una educación afeminada. De golpe me doy cuenta de que la campaña antitabaco -nada liberal, ya que estamos- no es cosa del presidente Vázquez, sino que viene operando desde lejos.