martes, febrero 15

Skin deep

Supongo que todo el mundo ya recibió el spam que habla del ataque a un chico por parte de una barra de skinheads. Mi postura básica frente al tema skin/nazis (que no son la misma cosa) es que por cada militante pro-facho hay doscientos anti-fachos aburridos y cuatro ONGs, o sea, que se trata una manga de tarados le da un poco de sentido a la vida de algunos y un poco de dinero a la vida de otros. Ahora, resulta que a estos skins yo los ví desde temprano, como cualquiera que hubiera andado por el límite entre el Centro y la Ciudad Vieja el sábado, el día del incidente. Volvía a mi casa de probar sonido y salieron de un almacén que hay al lado de la parada de Soriano y Andes. Sentí el asco íntimo que siento por toda patota uniformada, porque inmediatamente las asocio a la violencia física. ¿Pero como condenar a alguien solamente por su aspecto? Ahora son criminales, y como la mayoría de los spammers bienintencionados, quiero creer que irán presos.


Mientras tanto... por la radio escucho la exhalación delicada de Julio al jurar, el último gesto de un gran decepcionador.