27/11
El 27 es el número más hermoso. El 2 es noble, el 7 elegante y juntos son insuperables.
27 es para siempre el número de Ferrari, más allá del sistema actual de identificación de los Fórmula 1. Veintisiete era la cifra del Príncipe de la Destrucción, título extendido por don Enzo al intrépido Gilles Villeneuve, ido en su ley, la ley de los héroes, en las pruebas de Zolder '82*. Yo tenía 11, lo escuché por la radio y me afectó mucho más que lo de John. No podía creerlo. Y sin embargo, era lo esperable. Es lo esperable para todo corredor. Y aunque lo aprendí ese día, diecisiete años después me invadiría la misma incredulidad ante lo de Gonzalo Rodríguez en Laguna Seca.
A esa edad quería ser piloto, pero creo que ya no va a ser, je. Aunque todavía reto al que venga en una pista de kart. O en cualquier videojuego de carreras. De todos modos, en esa época el 5 era un buen número, el de Meteoro. El 9 era mejor, el del exótico coche de su hermano mayor. El 8 era bueno también, era el del Chavo. El 4 era el más generoso: era el del canal de tele que traía a todos los demás números buenos.
Pero el mejor era el 27. Un centauro con el 27. Como Sagitario y yo.
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Estribillo anti-telépatas: Happy/happy birthday to me/ and to Viktor (Cracker crackeado).
*Merci, Bruno.
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