martes, octubre 26

Bob & Grant

Gracias a la noble tarea de Rob, o sea, mantener vivo el fotolog de Hüsker Dü, me entero de que Bob Mould y Grant Hart se juntaron para hacer dos temas en un recital a beneficio. Si bien no me simpatiza ninguna reunión de grupos (a mis tiernos 9 añitos la muerte de John me produjo cierto alivio porque se dejarían de joder con la vuelta de los Beatles), la noticia me alegra y cortocicuita cosas que tuve en la cabeza en estos días.

Por un lado, está la inquietud sobre campañas electorales criollas planteada por DagNasty en lo de Ghetta. Si bien el motivo que convocó a Bob y Grant era personal/humanitario –juntar fondos para el tratamiento contra el cancer del bajista de Soul Asylum*- lo primero que dijo Grant Hart al agarrar el micrófono fue “si Bob y yo nos podemos juntar para esto quiere decir que todos podemos juntarnos para sacar a Bush”. Es que Bob y Grant están peleados desde la separación de Hüsker Dü; pero, como activistas gay ambos, son un perfecto ejemplo de ciudadanos con participación política no partidaria que creo era lo que DagNasty reclamaba para las sociedades rioplatenses. Esto me llevó a la otra cosa que tenía en la cabeza, que es la incapacidad que tengo para conectarme con la tradición musical de la izquierda local. Por qué caracho me alegran las declaraciones políticas de los ex miembros de una banda norteamericana de los ’80 mientras que los avisos plagados de músicos locales de La Vertiente sólo me producen risa y vergüenza.

Antes, mucho antes de excusar la genealogía de mi gusto, y de que me den pase al psicólogo, o más bien, al sociólogo, declaro que los HD son de mis bandas más queridas y que la idea absolutamente platónica que tengo de ellos –problemas de tiempo y espacio me impidieron verlos en vivo, aunque periódicamente trato de reconstruir el contexto en que florecieron, la era de la lucha indie contra Reagan- me sigue pareciendo aún más estimulante que de la de Velvet Underground. Para empezar, eran un trío, máxima concentración, cero excesos. Además eran punks. Son mi definición de punk: no les importó la pinta (gordos, feos, bigotones), no les importó cuánto supieran tocar (demasiado en el caso de Bob, atrevimiento total en Grant), no les importó estar a años luz de la convención sobre cómo debe sonar una banda (si no fuera porque enterraron con guitarras todas sus melodías no tengo duda de que hubieran tenido éxito universal), no les importó trabajar la fascinación por el pop a pesar de estar en un circuito hardcore cabeza, no les dio miedo experimentar estando a miles de kilómetros de Manhattan. Bob, Grant y Greg Norton hicieron discos cada vez mejores; la gráfica creativa de HD es única, una subida casi constante a pesar de su firma con un una multinacional a dos discos del final, a pesar de sus desastres internos, a pesar de la frustración por el hit que no llegaba. Bob y Grant eran la pareja de compositores antagónicos arquetípica. Bob violento y anglófilo, ultrarápido y baladista, semivirtuoso y maníaco sónico. Grant directo y efectivo, tempo medio, con su set de tres mayores y un menor siempre al servicio de una idea huracanesca. Escuchar el diálogo constante de recriminaciones que es el Warehouse, la competencia interna por ver quién hace el mejor tema deja a la peleíta entre John y Paul como un asunto de living. Ying y yang expresivo, modelo obvio para Lowenstein y Barlow. Folk más matemática, la pista de Frank Black Francis. Pop sobre estática, la carrera digerible de Cobain.

Melancolía: nostalgia por un tiempo que no tuvo lugar. Tendría que haber seguido a HD durante el liceo, pero en esa época únicamente llegué a ver una foto de ellos en una revista de música que sacaba del Anglo**. Ya no me acuerdo del nombre de la revista, pero sí del sombrero de Greg Norton en la foto y del comentario que hizo un amigo afiliado al Partido: se vienen los cowboys. Yo sólo había escuchado Sorry Somehow y Ice Cold Ice en la radio de Carbone y no sabía cómo retrucarle que no, pero estaba seguro de que ellos eran tan marginaloides como nosotros, y que si los de la Juventud no fueran tan lameculos de sus mayores tendríamos que estar escuchando a The Clash y a estos tipos en lugar de a Silvio Rodríguez. Escuché Hüsker a full más tarde, gracias a la entidad conocida como Benito (Warehouse + Candy Apple) e indirectamente gracias a Andy A, cuya edición de Zen Arcade de cromo compré, sin saberlo, de segunda mano. Cuando descubrimos la maravilla que eran Celebrated Summer, Perfect Example y Makes no Sense at All, temas de discos intermedios, ya teníamos 25 años, Kurt Cobain había muerto y en la radio sonaba Green Day. Y Rada y Schellemberg y la Abuela Coca.

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*Todo más trillado, imposible, pero fue en Minneapolis, claro, y tocó Paul Westerberg. A Replacements le entré de más joven y de más viejo.
**Ahora en la corrección me acuerdo, era Music Mirror, pero me desharía la frase agregar el nombre.
***Ciertamente, no es un amigo quien resume carrera de los Dü, y sin embargo...
****El Metal Circus entero lo conseguí hace poco gracias a Álvarez.
*****Up in the Air, el tema, contiene todo Nirvana post’92.

******Acá el quía canta su justa sobre el indie rock.