domingo, abril 24

Volvió Brecha ¡y volvió Schumi!

El escritor mercenario Hans Ruesch publicó en los años '50 una muy buena novela llamada El Triunfador. Allí lograba sintetizar la lógica implacable que rige la única actividad deportiva digna de considerarse heroica, el automovilismo de alta competición. Un mundo donde sólo hay lugar para un protagonista sucesivo, quien va decayendo con la edad y debe recurrir a la experiencia para frenar el ascenso de sus rivales más jóvenes. Inexorablemente el viejo campeón será vencido; en el cómo está la medida de su grandeza.

El mejor piloto de la historia del mundo no libresco, Michael Schumacher, ruina de las esperanzas de decenas de jóvenes promesas, se encuentra ya en la parte final de su carrera. Luego de una mala racha, hoy volvió a demostrar que sigue siendo el más rápido, el más inteligente, el más valiente. Es que más allá de las estadísticas que lo apoyan sobradamente, Schumacher tiene que probar que es el mejor cada vez que corre, entre otras cosas, porque no es querido.

Modos bruscos, que no ocultan su obsesión por el triunfo. Un rostro marcadamente asimétrico que impide la simpatía intantánea. Persona púbica, su participación en innumerables actividades benéficas no consigue modificar la opinión general sobre él. Un carácter oscuro que muchos rechazan, que otros muchos soportan con resignación y que una minoría, que yo integro, encuentra irresistible.

Schumacher es Darth Vader.

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Hace un rato estaba leyendo -en Brecha, claro- sobre la carrera de otro alemán exitoso, Josef Ratzinger. Y me parecio tan obvio:

Ratzinger es Palpatine.


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El nombre Ratzinger me remite a Ratzenberger, el piloto que murió el día antes que Ayrton Senna. A Senna, siguiendo la lógica de Ruesch, lo mató Schumacher, en esta misma pista italiana en que hoy brilló el alemán. Schumacher era la estrella naciente de la F1, Ayrton el viejo campeón que no se acomodaba al nuevo reglamento y trataba de aprender del joven rival. Schumacher venía humillando a Senna en las primeras carreras de la temporada 1994. A pesar de su sombría introversión, Ayrton era muy carismático; quizás el piloto más querido de la F1. Hay dos maneras de irse: jubilado en la gloria absoluta, como JM Fangio, y cual héroe tragico, como hizo Ayrton. Lo que sea que haga Schumi, 35 going 36, el más viejo del lote, que sea dentro de mucho tiempo.